El Ministerio de Curación

Capítulo 35

El Verdadero Conocimiento de Dios

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Así como sucedió con nuestro Salvador, estamos en este mundo para servir a Dios. Estamos aquí para asemejarnos a Dios en carácter, y manifestarle al mundo por medio de una vida de servicio. Para ser colaboradores con Dios, a fin de asemejarnos a él y revelar su carácter, debemos conocerle tal como es, tal como él mismo se revela.

El conocimiento de Dios es el fundamento de toda verdadera educación y de todo servicio verdadero. Es la única salvaguardia contra la tentación. Es también lo único que puede hacernos semejantes a Dios en carácter. Tal es el conocimiento que necesitan cuantos trabajan por el levantamiento de sus semejantes. La transformación del carácter, la pureza de vida, la eficacia en el servicio, la adhesión a los principios verdaderos, todo esto depende del verdadero conocimiento de Dios. Este conocimiento es la preparación esencial para esta vida y para la venidera.

Es la base de nuestra salvación

"El conocimiento del Santísimo es la inteligencia." (Proverbios 9: 10, V.M.)

Mediante el conocimiento de él nos son dadas "todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad." (2 S. Pedro 1:3.)

"Esta empero es la vida eterna -dijo Jesús:- que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual has enviado." (S. Juan 17:3.)

"Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio, y justicia en la tierra: porque estas cosas quiero, dice Jehová." (Jeremías 9:23,24.)

Necesitamos estudiar las revelaciones que de sí mismo nos dio Dios.

"Amístate ahora con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien. Toma ahora la ley de su boca, y pon sus palabras en tu corazón.... Y el Todopoderoso será tu defensa.... Porque entonces te deleitarás en el Omnipotente, y alzarás a Dios tu rostro. Orarás a él, y él te oirá; y tú pagarás tus votos. Determinarás asimismo una cosa, y serte ha firme; y sobre tus caminos resplandecerá luz. Cuando fueren abatidos, dirás tú: Ensalzamiento habrá: y Dios salvará al humilde de ojos." (Job 22:21-29.)

Dios Revelado A Través de la Naturaleza

"Porque las cosas invisibles de él, su eterna potencia y divinidad, se echan de ver desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas." (Romanos 1:20.)

Las cosas de la naturaleza que ahora contemplamos nos dan apenas un débil concepto de la gloria del Edén. El pecado afeó la belleza de la tierra, y por doquiera pueden verse los estragos del mal. No obstante, queda aún mucha hermosura. La naturaleza atestigua que un Ser infinito en poder, grande en bondad, misericordia y amor, creó la tierra y la llenó de vida y de alegría. Aunque ajadas, todas las cosas manifiestan la obra de la mano del gran Artista y Maestro. Por doquiera que nos volvamos, podemos oír la voz de Dios, y ver pruebas evidentes de su bondad.

Desde el solemne retumbar del trueno y el bramido incesante del viejo océano, hasta los alegres cantos que hacen de las selvas un concierto de melodías, las miradas de voces de la naturaleza entonan las alabanzas de Dios. Contemplamos su gloria en la tierra, en el mar y en el firmamento, con sus maravillosos tintes y colores, que varían en grandioso contraste o se armonizan unos con otros. Los perennes collados nos hablan de su poder. Los árboles que hacen ondear sus verdes banderas bajo los rayos del sol, y las flores en su delicada belleza, nos señalan al Creador. El vivo verdor que alfombra la tierra nos habla del solícito cuidado de Dios por sus más humildes criaturas. Las cavernas del mar y las profundidades de la tierra revelan sus tesoros. El que puso las perlas en el océano y la amatista y el crisólito entre las rocas, ama lo bello. El sol que sale en el horizonte es representante de Aquel que es vida y luz de todo lo que hizo. Todo el brillo y la belleza que adornan la tierra e iluminan los cielos, hablan de Dios.

"Su gloria cubrió los cielos." "La tierra está llena de tus beneficios."

"El un día emite palabra al otro día, y la una noche a la otra noche declara sabiduría. No hay dicho, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su hilo, y al cabo del mundo sus palabras." (Habacuc 3:3; Salmos 104:24; 19:2-4.)

Todas las cosas hablan de su tierno cuidado paternal y de su deseo de hacer felices a sus hijos.

Un Dios Personal

El gran poder que obra en toda la naturaleza y sostiene todas las cosas no es, como muchos hombres de ciencia lo representan, un mero principio que todo lo penetre, una energía siempre activa. Dios es Espíritu; y sin embargo es un ser personal, pues así se ha revelado.

"Mas Jehová Dios es la verdad: él es Dios vivo y Rey eterno:... Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perezcan de la tierra y de debajo de estos cielos."

"No es como ellos la suerte de Jacob: porque él es el Hacedor de todo." "El que hizo la tierra con su potencia, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su prudencia." (Jeremías 10:10, 11, 16, 12.)

La naturaleza no es Dios

La obra de la mano de Dios en la naturaleza no es Dios mismo en la naturaleza. Las cosas de la naturaleza son expresión del carácter y poder de Dios; pero no debemos considerar que la naturaleza sea Dios. La destreza artística de los seres humanos produce obras muy hermosas por cierto, que deleitan nuestros ojos y nos revelan algo del pensamiento de su autor; pero las cosas hechas no son el que las hizo. No es la obra, sino el artífice, el que es considerado digno de honor. Así también, aunque la naturaleza es expresión del pensamiento de Dios, no debemos ensalzar a la naturaleza, sino al Dios de la naturaleza.

"Adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová." "Porque en su mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los montes son suyas. Suya también la mar, pues él la hizo; y sus manos formaron la seca." (Salmo 95:6,4,5.)

"Miren al que hace el Arcturo y el Orión, y las tinieblas vuelve en mañana, y hace oscurecer el día en noche." "El que forma los montes, y cría el viento, y denuncia al hombre su pensamiento, ... él edificó en el cielo sus gradas, y ha establecido su expansión sobre la tierra: él llama las aguas de la mar, y sobre la haz de la tierra las derrama: Jehová es su nombre." (Amós 5:8; 4:13; 9:6.)

La creación de la tierra

La ciencia no puede explicar la creación. ¿Qué ciencia puede explicar el misterio de la vida?

"Por la fe entendemos haber sido compuestos los siglos por la palabra de Dios, siendo hecho lo que se ve, de lo que no se veía."(Hebreos 11:3.)

"Yo: que formo la luz y crío las tinieblas, ... yo Jehová que hago todo esto, ... yo hice la tierra, y crié sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé." "En llamándolos yo, parecieron juntamente." (Isaías 45: 6-12; 48:13.)

La Creación del Hombre

En la creación de la tierra, nada debió Dios a la materia preexistente. "El dijo, y fue hecho; él mandó, y existió." (Salmo 33:9.) Todas las cosas, materiales o espirituales, surgieron ante el Señor Jehová cuando él habló, y fueron creadas para su propio designio. Los cielos y todo su ejército, la tierra y todo lo que hay en ella, surgieron a la existencia por el aliento de su boca.

En la creación del hombre resulta manifiesta la intervención de un Dios personal. Cuando Dios hubo hecho al hombre a su imagen, el cuerpo humano quedó perfecto en su forma y organización, pero estaba aún sin vida. Después, el Dios personal y existente de por sí infundió en aquella forma el soplo de vida, y el hombre vino a ser criatura viva e inteligente. Todas las partes del organismo humano fueron puestas en acción. El corazón, las arterias, las venas, la lengua, las manos, los pies, los sentidos, las facultades del espíritu, todo ello empezó a funcionar, y todo quedó sometido a una ley. El hombre fue hecho alma viviente. Por medio de Cristo el Verbo, el Dios personal creó al hombre, y lo dotó de inteligencia y de facultades.

Nuestra substancia no le era oculta cuando fuimos hechos en el misterio; sus ojos vieron nuestra substancia por imperfecta que fuera, y en su libro todos nuestros miembros estaban anotados, aun cuando ninguno de ellos existiera todavía.

Sobre todos los órdenes inferiores de los seres, Dios dispuso que el hombre, corona de su creación, expresara el pensamiento divino y revelara la gloria de Dios. Pero no por ello tiene el hombre que enaltecerse como Dios.

"Cantad alegres a Dios.... Servid a Jehová con alegría; venid ante su acatamiento con regocijo. Reconoced que Jehová él es Dios: él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con reconocimiento, por sus atrios con alabanza: alabadle, bendecid su nombre." "Ensalzad a Jehová nuestro Dios, y encorvaos al monte de su santidad; porque Jehová nuestro Dios es santo." (Salmos 100:1-4; 99:9.)

Las Leyes de la Naturaleza, Siervos de Dios

Continuamente Dios sostiene y emplea como ministros suyos las cosas que hizo. Obra por medio de las leyes de la naturaleza, que le sirven de instrumento, pero no actúan automáticamente. La naturaleza atestigua la presencia inteligente y la intervención activa de un Ser que obra en todo según su voluntad.

"Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos. Por generación y generación es tu verdad: tú afirmaste la tierra, y persevera. Por tu ordenación perseveran hasta hoy las cosas creadas; porque todas ellas te sirven." "Todo lo que quiso Jehová, ha hecho en los cielos y en la tierra, en las mares y en todos los abismos." "El mandó y fueron criadas. Y las hizo ser para siempre por los siglos; púsoles ley que no será quebrantada." (Salmos 119:89-91; 135:6; 48:5, 6.)

No es por medio de una fuerza inherente como año tras año la tierra suministra sus dones y sigue su marcha alrededor del sol. La mano del Infinito obra perpetuamente para guiar el planeta. El poder de Dios, en constante ejercicio, hace que la tierra conserve su posición en su rotación. Es Dios quien dispone que el sol salga y se levante en los cielos. Es Dios quien abre las ventanas de los cielos y da la lluvia.

"El da la nieve como lana, derrama la escarcha como ceniza." "A su voz se da muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos."(Salmo 147:16; Jeremías 10:13.)

Por el poder de Dios medra la vegetación, despunta la hoja, se abre la flor, cuaja y se desarrolla la fruta.

El mecanismo del cuerpo humano no puede ser comprendido por completo; presenta misterios que confunden a los más inteligentes. No es por efecto de un mecanismo que, una vez puesto en movimiento, prosigue su acción, como late el pulso y una respiración sigue a la otra. En Dios vivimos, nos movemos y somos. El corazón que palpita, el pulso que late, cada nervio y músculo del organismo vivo se mantienen en orden y actividad por el poder de un Dios siempre presente.

Su Atención Providencial

La Biblia nos muestra a Dios en su alto y santo puesto, no en estado de inacción, no en el silencio y la soledad, sino rodeado de millares de millares y millones de millones de seres santos, siempre a la espera de sus órdenes. Por medio de estos mensajeros permanece Dios en comunicación activa con todas las partes de su dominio. Por medio de su Espíritu está presente en todas partes. Mediante su Espíritu y sus ángeles atiende y cuida a los hijos de los hombres.

Por encima de las confusiones de la tierra Dios está en su trono; todas las cosas están abiertas a su divina mirada; y desde su grande y serena eternidad ordena lo que su providencia considera mejor.

"El hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es ordenar sus pasos." "Fíate de Jehová de todo tu corazón, ... reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas." "El ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia; para librar sus almas de la muerte, y para darles vida en el hambre." "¡Cuán ilustre, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas." "Bienaventurado aquel en cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza es en Jehová su Dios." "De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra." Tú amas "justicia y juicio." Tú eres "esperanza de todos los términos de la tierra, y de los más remotos confines de la mar. Tú, el que afirma los montes con su potencia, ceñido de valentía: el que amansa el estruendo de los mares, ... y el alboroto de las gentes.... Tú haces alegrar las salidas de la mañana y de la tarde,.. . Tú coronas el año de tus bienes; Y tus nubes destilan grosura." "Sostiene Jehová a todos los que caen, y levanta a todos los oprimidos. Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das su contada en su tiempo. Abres tu mano, y colmas de bendición a todo viviente." (Jeremías 10:23; Proverbios 3:5, 6; Salmos 33:18, 19; 36:7; 146:5; 119:64; 33:5; 65:5-8, 11; 145:14-16.)

La Personalidad de Dios revelada en Cristo

Como ser personal, Dios se ha revelado en su Hijo. Esplendor de la gloria del Padre "y la misma imagen de su sustancia," Jesús, como Salvador personal, vino al mundo. Como Salvador personal, ascendió también al cielo. Como Salvador personal, intercede en las cortes celestiales. Ante el trono de Dios intercede en nuestro favor "Uno semejante al Hijo del Hombre."(Hebreos 1:3; Apocalipsis 1:13.)

Cristo, la luz del mundo, veló el deslumbrante resplandor de su divinidad y vino a vivir como hombre entre los hombres para que ellos pudieran, sin ser consumidos, conocer a su Creador. Desde que el pecado separó al hombre de su Hacedor, nadie vio jamás a Dios, sino manifestado en Cristo.

"Yo y el Padre una cosa somos," declaró Cristo. "Nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar." (S. Juan 10:30; S. Mateo 11:27.) Cristo vino para enseñar a los seres humanos lo que Dios quiere que sepan. Arriba en los cielos, abajo en la tierra, en las anchas aguas del océano, vemos la obra de la mano de Dios. Todas las cosas creadas atestiguan su poder, sabiduría y amor. No obstante, ni las estrellas ni el océano ni las cataratas nos enseñarán a conocer la personalidad de Dios tal como nos fue revelada en Cristo.

Dios vio que se necesitaba una revelación más clara que la naturaleza para retratar a lo vivo su personalidad y carácter. Mandó a su Hijo al mundo para que manifestara, en la medida en que la humana visión pudiera mirarlos, la naturaleza y los atributos del Dios invisible.

Revelado a los discípulos

Estudiemos las palabras que Cristo pronunció en el cenáculo, la víspera de su crucifixión. Estaba ya a punto de consumar su sacrificio, y procuraba consolar a sus discípulos, que iban a sufrir tan terrible tentación y tan dura prueba.

"No se turbe vuestro corazón -dijo:- Creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay: de otra manera os lo hubiera dicho: voy, pues, a preparar lugar para vosotros....

"Dícele Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas: ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conocierais: y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.

"Dícele Felipe, Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dice: ¿Tanto tiempo ha que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo: mas el Padre que está en mí, él hace las obras."(S. Juan 14:1-10.) Los discípulos no entendían aún lo que Cristo les decía respecto de su relación con Dios. Gran parte de su enseñanza quedaba aún obscura para ellos. Cristo quería que tuvieran un conocimiento de Dios más claro y preciso.

"Estas cosas os he hablado en proverbios -dijo:- la hora viene cuando ya no os hablaré por proverbios, pero claramente os anunciaré del Padre."(S. Juan 16:25.)

Cuando, en el día de Pentecostés, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos, comprendieron más cabalmente las verdades que Cristo les había dicho en parábolas. Gran parte de la enseñanza que para ellos había sido un misterio les fue declarada. Pero ni aun entonces recibieron los discípulos el cumplimiento cabal de la promesa hecha por Cristo. Recibieron todo lo que podían entender del conocimiento de Dios, pero el cumplimiento total de la promesa, a saber, que Cristo les mostraría al Padre en su plenitud, estaba aún por venir. Y así es también hoy. Nuestro conocimiento de Dios es parcial e imperfecto. Cuando haya terminado el conflicto, y el Hombre Cristo Jesús reconozca ante el Padre a sus fieles obreros, quienes en un mundo de pecado habrán dado el verdadero testimonio del Salvador, entonces comprenderán a las claras lo que ahora es para ellos un misterio.

Cristo llevó consigo a las cortes celestiales su humanidad glorificada. A los que le reciben les da potestad de ser hechos hijos de Dios, para que al fin Dios los reciba como suyos, a fin de que vivan con él por toda la eternidad. Si durante esta vida permanecen leales a Dios, al fin "verán su cara; y su nombre estará en sus frentes."(Apocalipsis 22:4.) ¿Y en qué consiste la felicidad del cielo sino en ver a Dios? ¿Qué gozo mayor puede haber para el pecador salvado por la gracia de Cristo que el de contemplar la faz de Dios y conocerle como a Padre?

El Testimonio de las Escrituras

Las Escrituras indican con claridad la relación entre Dios y Cristo, y manifiestan con no menos claridad la personalidad y la individualidad de cada uno de ellos.

"Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, ... el cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó a la diestra de la majestad en las alturas, hecho tanto más excelente que los ángeles, cuanto alcanzó por herencia más excelente nombre que ellos. Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:

Mi hijo eres tú, hoy yo te he engendrado? Y otra vez: Yo seré a él Padre, y él me será a mí hijo?" (Hebreos 1:1-5.)

La personalidad del Padre y del Hijo, como también la unidad que existe entre ambos, aparecen en el capítulo décimo séptimo de Juan en la oración de Cristo por sus discípulos:

"Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos. Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste."(Vers. 20, 21.)

La unidad que existe entre Cristo y sus discípulos no destruye la personalidad de uno ni de otros. Son uno en propósito, en espíritu, en carácter, pero no en persona. Así es como Dios y Cristo son uno.

El Carácter de Dios Revelado en Cristo

Habiéndose humanado, Cristo vino al mundo para ser uno con la humanidad, y al mismo tiempo revelar a nuestro Padre celestial a los hombres pecadores. Aquel que había estado en la presencia del Padre desde el principio, Aquel que era la imagen expresa del Dios invisible, era el único capaz de revelar a la humanidad el carácter de la Deidad. En todo fue hecho Cristo semejante a sus hermanos. Fue hecho carne, como lo somos nosotros. Sintió el hambre, la sed y el cansancio. Fue reconfortado y sostenido por el alimento y el sueño. Compartió la suerte de los hombres; y no obstante fue el Hijo de Dios sin mancha. Fue extranjero y advenedizo en la tierra; estuvo en el mundo, mas no fue del mundo; tentado y probado como lo son hoy hombres y mujeres, llevó no obstante una vida libre de pecado. Tierno, compasivo, lleno de simpatía, considerado para con los demás, Cristo representó el carácter de Dios y se consagró siempre al servicio de Dios y del hombre.

"Me ungió Jehová -dijo;- hame enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos." "Y a los ciegos vista." "A promulgar año de la buena voluntad de Jehová, ... a consolar a todos los enlutados." (Isaías 61:1; S. Lucas 4:18; Isaías 61:2.)

"Amad a vuestros enemigos -nos dice,- bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos." "Porque él es benigno para con los ingratos y malos." "Hace que su sol salga sobre malos y buenos, y llueve sobre justos e injustos." "Sed pues misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso." (S. Mateo 5:44; S. Lucas 6:35; S. Mateo 5:45; S. Lucas 6:36.)

"Por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó de lo alto el Oriente, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz." (S. Lucas 1:78, 79.)

La gloria de la cruz

La revelación del amor de Dios al hombre tiene su centro en la cruz. No hay lengua capaz de expresar todo su significado, ni pluma que pueda describirla, ni inteligencia humana apta para comprenderla. Al contemplar la cruz del Calvario, sólo podemos decir: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." (S. Juan 3:16.)

Cristo crucificado por nuestros pecados, Cristo resucitado de los muertos, Cristo que ascendió al cielo, tal es la ciencia de la salvación que debemos aprender y enseñar.

Fue Cristo

"El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios; sin embargo, se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz."

"Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios." "Por lo cual puede también salvar eternamente a los que por él se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos."

"Porque no tenemos un Pontífice que no se pueda compadecer de nuestras flaquezas; mas tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado." (Filipenses 2:68; Romanos 8:34, Hebreos 7:25; 4:15)

El Don Inefable

Aquí hay sabiduría infinita, amor infinito, justicia infinita, misericordia infinita, "profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios." (Romanos 11:33)

Es por medio del don de Cristo como recibimos toda bendición. Mediante este don se derrama sobre nosotros día tras día, sin interrupción, el raudal de la bondad de Jehová. Todas las flores, con sus delicados tintes y fragancia, nos son dadas para nuestro deleite por medio de este único don. El sol y la luna fueron hechos por él. No hay una sola estrella que embellezca el cielo que él no hiciera. Cada gota de lluvia que cae, cada rayo de luz derramado sobre nuestro ingrato mundo atestiguan el amor de Dios en Cristo, Todo lo recibimos por medio del único don inefable, el unigénito Hijo de Dios. Fue clavado en la cruz para que todas estas larguezas fluyeran sobre toda la creación de Dios.

"Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios." (1 S. Juan 3: 1)

"Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera." (Isaías 64:4.)

El conocimiento transformador

El conocimiento de Dios tal como fue revelado en Cristo es el que deben tener todos los salvados. Es el conocimiento que transforma el carácter. Una vez recibido, este conocimiento renovará el alma a la imagen de Dios. Comunicará a todo el ser un poder espiritual divino.

"Nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza." (2 Corintios 3:18.)

De su propia vida dijo el Salvador: "He guardado los mandamientos de mi Padre." "No me ha dejado solo el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre." (S. Juan 15:10; 8:29.) Lo que Cristo fue en la naturaleza humana, quiere Dios que sean sus discípulos. Con su fuerza hemos de vivir la vida de nobleza y pureza que el Salvador vivió.

"Por esta causa -dice S. Pablo- doblo mis rodillas al Padre de nuestro Señor Jesucristo, del cual es nombrada toda la parentela en los cielos y en la tierra, que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser corroborados con potencia en el hombre interior por su Espíritu. Que habite Cristo por la fe en vuestros corazones; para que, arraigados y fundados en amor, podáis bien comprender con todos los santos cuál sea la anchura y la longura y la profundidad y la altura, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios." (Efesios 3:14-19)

"No cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad, en toda sabiduría y espiritual inteligencia; para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios: corroborados de toda fortaleza, conforme a la potencia de su gloria, para toda tolerancia y largura de ánimo con gozo." (Colosenses 1:9-11.)

Tal es el conocimiento que Dios nos invita a recibir, y fuera del cual todo otro es vanidad e insignificancia.